Introducción
Ante de todo, quisiera agradecer a los organizadores de FERINART, en especial a la Sra. Zulma Santiago Vega, por esta oportunidad de compartir unas ideas y pensamientos con los participantes en esta Quinta Edición de la Feria de San Juan. Queridos amigos y amigas, les invito a mirar detrás y más allá de los productos que ustedes realizan.
El tema de esta charla- “Objetos artesanales para uso cotidiano de ayer y hoy”- podría llevarnos a un riesgoso y estéril ejercicio de oposiciones entre tradición y modernidad, entre artesanía e industria, entre artesano y diseñador, entre objeto utilitario y artístico, entre artesano y artista, entre mercado local y mercado global. Sugiero que consideremos las diferentes relaciones de una manera dialéctica, a través de un proceso de acción y reacción, ya que no podemos considerar aisladamente el artesano, el objeto y su utilizador.
Propongo entonces, que abordemos la relación siguiendo dos series de trípticos en los cuales los diferentes componentes interactúan con un valor igual.
1. Artesano, objeto y consumidor
Hoy como ayer, los artesanos producen objetos que sirven para comer o beber, para vestirse o adornarse. Aunque se trate de objetos domésticos, de confort, artísticos o de decoración, ellos reflejan todos unos modos de vida, una sociedad o una cultura. La definición de artesanía, adoptada por los participantes de los cinco continentes en el Simposio UNESCO/CCI – Centro de Comercio Internacional, sobre “Artesanía y Mercado Mundial” (Manila, Filipinas, octubre 1997), refleja bien la diversidad de medios, de naturaleza y de sentido en la artesanía:
“Productos artesanales son los producidos por artesanos totalmente a mano o con la ayuda de herramientas manuales e incluso medios mecánicos, siempre que la contribución manual directa del artesano siga siendo el componente más importante del producto terminado. Estos productos son fabricados sin limitación en cuanto a la cantidad y utilizando materias primas provenientes de recursos renovables. La naturaleza especial de los productos artesanales se funda en sus características distintivas las cuales pueden ser utilitarias, estéticas, artísticas, creativas, culturales, decorativas, funcionales, simbólicas y significativas desde un punto de vista religioso o social.”
No obstante, el contexto en el cual los artesanos producen y venden sus obras ha cambiado radicalmente. Ayer, el artesano trabajaba en un “ambiente natural”, en simbiosis con todos los elementos. El ceramista por ejemplo, concebía y realizaba sus piezas en estrecha comunión con la tierra, el agua, el fuego, sin utilizar las maquinas; las formas que él producía eran naturalmente bellas y respondían perfectamente a las necesidades utilitarias de la sociedad en la cual estaba integrado. La unidad existente entre su vida y su ambiente familiar y social resultaba directamente de su trabajo a la vez natural y creativo y de su contacto directo con su clientela. El artesano creador, era a la vez diseñador, productor y empresario.
Al contrario, el artesano moderno, está solo, alejado en su pueblo o dentro de grandes ciudades, desposeído del dominio de todos los elementos de la cadena (creación, producción, difusión). No solamente ignora para quien son sus productos, sino que también tiene que hacer frente a la competencia desleal del mercado global de productos industriales de bajo precio, o a veces a malas imitaciones de sus creaciones, fabricadas en el extranjero. De allí la imperiosa necesidad para el artesano de conocer las tendencias y preferencias de un mercado que a veces ignora totalmente y por consecuencia debe recurrir para mejorarse a la ayuda de artistas y/o diseñadores.
Este cuadro obscuro y pesimista llama a algunas reflexiones correctivas:
-La antigua polémica referente al uso o no de la maquina por parte del artesano como criterio para definirlo, está superada. Como lo precisa la definición mencionada, el artesano no es el que no utiliza la maquina sino al contrario el que puede utilizar todas las maquinas y controlar todas las fases de la producción del objeto. En países de gran densidad de artesanos como la India, Tailandia o México, el trabajo sigue siendo artesanal pero la producción es industrial. Recordemos que en México hay mas de un milion de alfareros!
Según Jacques Anquetil, artesano e escritor francés, la maquina no es enemiga del artesano sino al contrario, “una prolongación más poderosa, más precisa de sus brazos o de sus manos”; pero, él artesano debe estar vigilante a no caer en otro automatismo como es el de “repetir cien veces los mismos procedimientos” (‘La Mano y la Maquina’, 1972).
Por lo tanto, la mejor solución posible para el artesano es la de volverse hacia la creatividad ya que a pesar de que la producción en masa puede satisfacerle,sus necesidades materiales, solo la creatividad individual, basada en sus conocimientos y tradiciones, puede satisfacer sus necesidades humanas, espirituales y culturales.
-La estética (lo bello) y lo funcional (lo útil) son hoy más complementarios que antagonistas: La producción de objetos utilitarios “hechos a mano”, que pueden ser realizados a maquina mucho más rápido y más barato, se reduce cada vez mas y tiende a desaparecer inexorablemente. Liberada de la presión productivista de crear objetos cotidianos, la creación artesanal se convierte en exclusiva, refinada, lujosa, expresiva y se presenta como una alternativa a la estandarización industrial. En lo que a refinamiento se refiere, solo las manos, ligadas al espíritu, son capaces de miles de operaciones complejas y delicadas que ninguna maquina puede realizar en un ciclo rentable para la industria. La mano, por su agilidad y delicadeza creadora, permite lograr admirablemente la síntesis entre función a la vez material (de uso utilitario) y espiritual (satisfacer el espíritu y sus necesidades espirituales). Como le describió Octavio Paz (“In-Mediaciones, 1979), “la industria enfatiza la utilidad sobre la belleza mientras que la artesanía mantiene la unidad sustancial entre lo útil y lo bello.
A través de todas las variaciones posibles, la forma de un objeto artesanal, hecho directamente con las manos, es siempre único, no importa que haya sido reproducido en varios ejemplares: siguiendo su estructura, ya sea la forma, o la materia, o el color que llame la atención. Frente a un objeto industrial, el objeto artesanal suma a la satisfacción del servicio utilitario, el placer del espíritu y la necesidad de soñar. Si el objeto no es útil, (objeto poético), se encuentra en la frontera del arte, de la escultura.
La artesanía termina y comienza a ser arte cuando el objeto visto desde su actividad, no es para nada útil y que él existe porque es bello. Así, dos corrientes dominan el universo actual de los objetos artesanales: la búsqueda de un objeto utilitario personalizado, humanizado, espiritualizado, gracias a la materia experimentada y a la huella dejada por la mano – o la búsqueda de un objeto raro, precioso, único, objeto poético que satisface a la vez al ojo y al espíritu pero que está alejado de toda preocupación de funcionalidad.
-La globalización comprende a la vez riesgos y oportunidades para el artesano creador: En el pueblo global de hoy, el artesano es paradójicamente, cada vez menos en contacto directo con las necesidades y gustos de los consumidores. Con la expansión de los mercados y el crecimiento espectacular del turismo, la tradición de contacto directo entre el productor y el consumidor tiende a desaparecer.
Otra paradoja generada por la globalización es la exigencia creciente de los consumidores: mas la oferta es basta, más él se refina. Así, consumidores cada vez más numerosos buscan objetos únicos, auténticos. El criterio de autenticidad concebido como lo que es fiel al patrimonio cultural del artesano. Esta conjunción entre global y local ha dado lugar al neologismo, “glocalizacion”.
La uniformización a través del mundo, de objetos producidos industrialmente, ha creado en efecto, un nicho para la creatividad y la innovación. En este contexto, constatamos una demanda creciente de objetos bien adaptados, inspirados de la cultura local y producidos por la imaginación, la habilidad y la creatividad de los artesanos.
Sin embargo, el artesano ya no puede asumir, como en el pasado, el papel a la vez de diseñador, productor y distribuidor. Es decir, que si el artesano quiere aprovechar las oportunidades del mercado global, debe aceptar la colaboración del cuerpo de profesiones y especialidades próximas y de las que depende su futuro, es decir, la industria, los diseñadores y los artistas.
2. Artesano, artista y diseñador
Hasta el siglo XVIII en occidente y desde siempre en las sociedades llamadas “primitivas”, artista y artesano eran sinónimos. Después de la evolución social y técnica en el siglo XIX, un divorcio se manifestó entre las artes y la producción artesanal que se industrializo. La distinción de bellas artes y de artes menores corresponde a esta orientación relativamente reciente.
Como dijimos al principio, lo importante esta sobre todo en el encuentro y la complementariedad, no en la oposición. No se trata de reavivar la antigua disputa entre artes liberales (del espíritu) y artes mecánicas (de la mano), de presentar la superioridad de una o de otra. Breve, no se trata de saber si el artesano es un artista sino más bien de comprender que es lo que hay de artístico y de creativo en su propuesta. Por eso, conviene tener en cuenta la evolución en el campo de la creación artística y del diseño que existen y que testimonian de una cierta convergencia con el sector artesanal.
(a) La propuesta de los artesanos – artistas
Actualmente distinguimos dos categorías de artesanos: los artesanos reproductores o tradicionales, que han sobrevivido a la llegada de la industria, siguiendo los mismos gestos del pasado, gracias a una demanda constante de un mercado “nostálgico” (o turístico de bajo nivel), y los artesanos creadores contemporáneos , que se han adaptado a los cambios y han modificado su manera de concebir su arte en función de sus necesidades y de la evolución de la sociedad.
Así, el artesano contemporáneo es una figura hibrida de la modernidad. No es completamente un artesano como lo eran antes de la llegada de las maquinas, ni realmente un artista como esos que utilizan toda una serie de medios para integrarse al mundo. El artesano sigue apegado al oficio que lo ha modelado, practicándolo según nuevos criterios. Es allí donde encontramos toda la ambigüedad de la artesanía y del artesano moderno, que a veces vacila entre, una vocación artística, donde el material se convierte en medio de expresión y su obra, puramente plástica se desprende del uso y se convierte en una obra de arte, o el artesano que permanece artesano y sigue apegado a una manera de producción y sus objetos siguen en el mercado por su valor de uso.
La comunicación directa, viva con el material, es el gran privilegio de la experiencia artesanal que la acerca al arte y la separa de la industria. Para el artista como para el artesano, la materia es múltiple, compleja, cambiante, tiene una textura, un peso, un aspecto cada vez diferente. El artesano la transforma según sus propias necesidades: la tierra modelada, horneada y barnizada de la cerámica, no tiene nada que ver con una tierra bruta, sacada de la cantera; el oro trabajado, deviene un metal diferente; la madera pulida y acabada de los muebles no es más la madera bruta del árbol. Las texturas y la belleza oculta de todos esos materiales emergen gracias al trabajo minucioso y amoroso del artesano.
Por eso, en el proceso del artesano creador, el gesto técnico se junta con el gesto creativo, artístico, expresivo. Para él, no se trata de producir objetos para atender las necesidades de la sociedad, sino más bien, de satisfacer sus propias aspiraciones. El artesano dispone de una serie de posibilidades que le permiten desarrollar no solo un enfoque funcional sino también personal en su producción. Cuando el gesto creativo no es realizado por varios actores, como es el caso de la organización racional de tareas en la industria, es necesario, comprenderlo como una relación de intercambio entre el cuerpo, la materia y el espíritu.
(b) Evolución de la creación artística
Las obras de arte realizadas en serie, llamadas “ready made”, se ubican en una frontera muy imprecisa: esos objetos no son ni artesanía ni productos industriales ni tampoco son objetos artísticos. Todos sabemos cuánto han sido repetidas o copiadas las creaciones ópticas de VASARELY por estilistas de la moda o para papel de embalaje o en la creación de joyas. El arte pop, que se ha ligado a la publicidad, los afiches u otra forma de folklor de nuestra época, también ha salido a la calle. Mediante la creación de objetos nuevos, en lugar de obras tradicionales de arte, como la pintura o la escultura, los artistas contemporáneos se han vuelto muy cercanos a los artesanos. Encontramos muy natural por ejemplo, que un pintor como PICASO, haya realizado también joyas, esculturas o piezas de cerámica, sin haber particularmente aprendido las técnicas de esos oficios artesanales.
Cuando la industria produce objetos hermosos, pulidos, perfectamente acabados, es normal que los artistas prefieran trabajar en oposición con materiales brutos, vivos, ordinarios, ásperos. Mediante el arte de reciclaje, el objeto industrial, funcional se transforma, cambia a una nueva vida que el artista le ha encontrado. Esta tendencia tiende paradójicamente, a estimular el desarrollo de la artesanía, y aporta al objeto todo su valor.
(c) La alianza entre artesanos y diseñadores
Es importante recordar que la palabra diseño, del latín “designare”, tiene la ventaja de significar a la vez proyecto, y representación de objetos sobre una superficie. Por mucho tiempo el diseño estuvo prisionero de la lógica de funcionalidad dada por las imposiciones de la producción industrial. A partir de los años 60, el diseño comenzó a tomar un nuevo sentido, separándose de la pura concepción de proyectos o de objetos y asimilando nuevas nociones de signos, necesidades y un discurso social. De allí la aparición de nuevos conceptos como Bio Diseño, Moda Etica, Diseño Social, o más recientemente en Canadá, el Etno Diseño.
Actualmente la comunidad de diseñadores siente más que nunca la necesidad de repensar el sentido del diseño, de darle más de alma, de emoción. Cuando el conocido diseñador Philippe Starck nos presenta su silla “Miss Trip”, él nos dice que ella representa “el arquetipo de la silla de cocina donde mama servía el café con leche”. Uno se apega no a una silla, pero sobretodo al olor del café de mama. No es suficiente que un objeto tenga una forma, ahora, debe tener una historia que contar, una fuerza metafísica.
En ese mismo espíritu, constatamos algunas iniciativas innovadoras en materia de formación de los diseñadores, que buscan sensibilizarlos a las nuevas aspiraciones de los consumidores y a trabajar en proximidad con los artesanos. Así, la formación en el Instituto Nacional de Diseño en la India, incluye talleres prácticos y proyectos de diseño en conjunto con los artesanos en diferentes regiones. La creación en la academia de diseño de Eindhoven (Países Bajos), de una maestría en “Diseño Humanitario”, forma parte de la misma preocupación.
Una colaboración bien llevada, entre artesano y diseñador, puede conducir a la creación de objetos de calidad, que nacen del intercambio y del enriquecimiento mutuo: el diseñador aprende prácticamente a conocer los materiales, lo que le permite concebir los productos en inteligencia con los materiales y el artesano aprende a concebir sus objetos siguiendo un enfoque racional ligado a las necesidades de la sociedad en la cual él evoluciona. El artesano como el diseñador, transmiten en su trabajo valores que le son propios y es importante que se permitan los medios de existir en un mercado cada vez más exigente. Si el artesano es un testigo vivo de su cultura, por sus conocimientos y tradiciones, él es también el que puede ofrecer con sus productos, una alternativa a la producción de objetos estandarizados e industriales.
La incorporación del diseño a la artesanía se plantea como una necesidad para responder a las exigencias del mercado y como una oportunidad para une oferta innovadora con el valor agregado de la identidad cultural. Como le escribió André Ricard en la publicación ‘Artesanía y Diseño’ del Centre Catalá artesanía:
“La colaboración entre artesanía y diseño seria, pues, una manera de relacionar el saber hacer con el saber qué hacer. Si exploramos conjuntamente las posibilidades que esconden las técnicas y materiales propios de la artesanía daríamos una nueva generación de objetos selectivos que integran perfectamente diseño y ejecución. Unos objetos que apreciaría una sociedad invadida en exceso por productos masificados”.
Conclusión
En esta propuesta de “Objetos Cotidianos”, hemos optado deliberadamente por la complementariedad de nociones que por lo general se presentan como antagonistas: artesanía/ industria, local/ global, útil/ decorativo, dándole prioridad al artesano creador de sus objetos. En efecto, no se le presta servicio a los artesanos haciéndoles creer que un enfoque basado en la nostalgia de las tradiciones y en los antiguos modos de producción, son la solución milagrosa a las demandas y necesidades de la sociedad contemporánea.
Al contrario, los artesanos son mucho más abiertos que uno lo piensa a los cambios e innovaciones, sobre todo si eso les aporta un mejoramiento en su calidad de vida. Patrick Ela, Director del Museo de Arte, Artesanía y Folklor de Los Ángeles, lo ha señalado enfáticamente: “Los artesanos crean porque tienen necesidad de crear, como todos nosotros, tienen necesidad de comer. Seria inocente ignorar la indispensable necesidad que ellos tienen de lograr un desarrollo económico así como un desarrollo técnico y artístico”.
Termino con la esperanza de que todos los artesanos aquí presentes comparten esta visión de su papel.